Stephanie Smith de 35 años de edad, tiene un pequeño bebé que se llama Isaíah. A simple vista parece un niño normal, pero hace un tiempo atrás se encontraba viviendo un verdadero infierno.
Desde marzo hasta julio yo he estado bañando a Isaíah sin jabón, por su piel tan sensible, solo lo mojaba y lo ponía en el agua, llegamos a un punto donde lo bañábamos hasta 12 veces en un día.
El único lugar donde el podía dormir y dejar de llorar era en su bañito, dejábamos caer agua sobre el alrededor de 30 y 45 minutos. y yo odiaba ese momento cuando tenia que cerrar el grifo y sacarlo. Duramos haciendo esto muchos meses, y yo lo hacia porque este era el único lugar donde el sentía paz.
Yo me sentaba en la cocina durante toda la noche, mientras nuestra casa estaba tranquila y todo el mundo dormía, el único ruido que se escuchaba era la del agua del fregadero caer. Yo lloraba y oraba al mismo tiempo, al ver mi tierno bebé dormir en el fregadero.
Cuando yo sentía que ya no podía más, y pensaba darme por vencida ahí estaban los susurros de mi amado Padre Celestial, quien no permitía que yo cayera, el fortalecía mis debilidades. Yo leía las escrituras y las pegaba donde pudiera verla para no desvanecer.
Cada vez que nuestra piel se ponía en contacto con la de él lloraba mucho, no podía abrazar a mi hijo, el siempre tenia dolor y sufría mucho. En la agonía y desesperación, ya que habían visitado tantos médicos y ninguno daba resultados, Stephanie comenzó a investigar en internet.
En un foro se encontró un artículo llamado ”el retiro de esteroides” y vio fotos de niños con el mismo problemas que Isaíah, en ese momento se dio cuenta de que las cremas a base de esteroides podían ser parte del problema.
Stephanie decidió no ponerle más las pomadas de esteroides a su hijo, y en su lugar empezó a preparar cremas caseras a base de limón y zinc. Después de esto la piel del niño empezó a tener mejoría.
Luego de 10 meses de haber retirado las cremas de esteroides, la piel de Isaíah ha vuelto a la normalidad. Ahora es un niño normal y feliz.
El bebé que nadie podía cargar ni tocar ahora corre y juega con libertad. Nos perdimos muchas cosas de su primer año de vida, como no poder besarlo, abrazarlo o cargarlo; pero le damos gracias a Dios por encontrar una solución y ahora poder tenerlo sano.
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